Muchos son los que o bien me han preguntado:
¿la suerte existe?, o me han deseado: buena suerte.
Asumo que el desear buena suerte a alguien (sincera, claro) es un acto de cortesía. La
intención implícita sería algo así: deseo que nada malo te acontezca. O quizás
una versión algo más amplia: deseo que el devenir te sea propicio para tu
crecimiento como persona (lo sé, ya parezco el maestro yoda: que el
determinismo científico te acompañe).
Respecto de la pregunta: ¿la suerte existe?, asumo que se refieren a si
existen personas afortunadas (poseen la cualidad de siempre caen parado) o su
contraparte.
Hasta
donde logro entender, juicios como: “Juan, es afortunado”; “Juan, es un
suertudo”; “Juan, tiene buena suerte”, etc.; son juicios de valor y como tales
de mayor nivel de abstracción (y por ende acarrean mayor incertidumbre:
complejidad), que los juicios de hecho. Suelo resumirlo citando (vagamente
claro) un relato sobre una parábola del tao:
Una historia china habla de un anciano
labrador que tenía un viejo caballo para cultivar sus campos. Un día, el
caballo escapó a las montañas. Cuando los vecinos del anciano labrador se
acercaban para condolerse con él, y lamentar su desgracia, el labrador les
replicó: «¿Mala suerte? ¿Buena suerte? ¿Quién sabe? Una semana después, el
caballo volvió de las montañas trayendo consigo una manada de caballos.
Entonces los vecinos felicitaron al labrador por su buena suerte. Este les
respondió: «¿Buena suerte? ¿Mala suerte? ¿Quién sabe?». Cuando el hijo del
labrador intentó domar uno de aquellos caballos salvajes, cayó y se rompió una
pierna. Todo el mundo consideró esto como una desgracia. No así el labrador,
quien se limitó a decir: “¿Mala suerte? ¿Buena suerte? ¿Quién sabe?». Una
semana más tarde, el ejército entró en el poblado y fueron reclutados todos los
jóvenes que se encontraban en buenas condiciones. Cuando vieron al hijo del
labrador con la pierna rota le dejaron tranquilo. ¿Había sido buena suerte?
¿Mala suerte? ¿Quién sabe?
Extra: una niña, tenía dos
manzanas en su mano. Su mamá, se le acercó y le preguntó a su hija si le daría
una manzana. La niña, rápidamente mordió una y luego la otra. La mamá, sintió
cómo se le congeló la sonrisa y trató de no mostrar su decepción.
Pero la niña, le pasa una de las manzanas y le
dice: "toma mamita, esta es la más dulce".
En síntesis: Tomando en cuenta
lo anteriormente expresado, concluyo (con un grado de confianza parcial) que: o
se trata de una cortesía o de un juicio de valor.
Respecto
de lo que denomino cortesía, opino que un simple (igualmente) tiende a ser lo
más adecuado. Y respecto de si existe la suerte, bueno como todo (para mi)
depende del cristal a través del cual se mire.